El suicidio y el comportamiento suicida puede evocar duros sentimientos, no solamente para los afectados, sino para la sociedad en general. (Goldney, 2008).

    Sócrates sugiere que no se tiene el derecho de matarse por ser propiedad de Dios, Aristóteles ve el suicidio como un acto ilegítimo, Tomás de Aquino lo ve como una violación de la ley natural que es seguir la vida. Para San Agustín el suicidio es en contra del Sexto Mandamiento y representa una forma peculiar de asesinato. En todos se trata de un acto de rebelión, en contra de Dios, de la sociedad, del orden natural o de la Ley (Gupta, 2005).

    1.- Auto – Agresión en la vida moderna

    Dice Jean Baudrillard (2004: 11) que “La desaparición de Dios nos ha dejado frente a la realidad. ¿Qué ocurrirá con la desaparición de la Realidad?”. Una respuesta es el suicidio, puesto que la realidad externa no da respuestas de sosiego psíquico a los jóvenes, carentes ahora no sólo de realidad, sino de espiritualidad. Con el suicidio se buscaría una discontinuidad absoluta de una vida que se percibe imposible de afrontar.

    La violencia en la que se vive actualmente implica que la gente se “trague” una parte de ella. Esta autoagresión, lleva a la gente al acto extremo del suicidio. El odio contra sí mismo o contra figuras psíquicas internas que representan a figuras internas es evidente.

    El suicidio tiene tres categorías:

    • Suicidio consumado.
    • Intento Suicida.
    • Ideación Suicida.

    En los tres casos existe una gran autoagresión, siendo en el consumado el resultado mortal. En el caso del intento fallido ocurre un gran sufrimiento, pero también la oportunidad de tratamiento y cura. Para el caso de la ideación el sufrimiento es crónico y muchas veces inconfesable, si bien pudiera abrirse la oportunidad gracias a la intervención de alguien cercano o una toma de conciencia.

    El suicidio es la culminación de la desesperanza. Esta sensación aparece cuando la fe y el amor desocupan la psique. No existe ni un sentido de vida ni la sensación de que se puede amar y ser amado. Y la falta de fe y amor, también llaman al resentimiento, que es el primer sentimiento que acompaña a la inexpresable desesperanza.

    El resentimiento que se puede tener contra objetos externos o figuras significativas que se han introyectado, puede conducir al suicidio, cuando la psique no diferencia entre el objeto odiado exterior y el que se encuentra dentro del sujeto.

    Menninger (  ) propone que el suicidio se consuma si se combina el deseo de matar, el deseo de morir y el deseo de matarse.  

    2.- La insatisfacción y la desesperanza

    La depresión asociada al suicidio está relacionada con la frustración cotidiana. La gente se está volviendo pesimista pues la mayoría de sus ideales no se cumplen y hay muchas pérdidas. Existe desesperanza, debido a la incongruencia entre los ideales que socialmente son presentados y las realidades sociales y económicas.

    La insatisfacción y la desesperanza son estados anímicos dinámicos, en los que sus grados aumentan o disminuyen dependiendo de los procesos de pensamiento cotidianos. Se generan expectativas que producen grandes frustraciones. En la insatisfacción se presenta una autodevaluación por no lograr ciertas metas consideradas ideales planteadas constantemente por el sujeto, la familia y la sociedad. En la desesperanza, hay una emoción desagradable por saberse incapaz debido a dicha devaluación. Una enfermedad crónica, física o mental, alimenta constantemente ambas emociones.

    La sensación del desesperanza e insatisfacción es una explicación la angustia sin explicación, cuando se siente que algo catastrófico va a ocurrir. Dicha sensación a su vez provoca más pensamientos ominosos. Resistir la magnitud de estos sentimientos es muy difícil. Y no se sabe cómo enfrentarlos.

    Al existir el aprendizaje a través de fracasos constantes percibidos que retroalimenta la insatisfacción y desesperanza constante, que penetra y contamina la psique, se prepara el territorio para que en una eventualidad disruptiva, surja la obsesión por matarse. En ese momento el suicida ya no se cuestiona.

    Valdés (en Petrzelová y cols., 2007: 10) se pregunta: ¿Hasta dónde las personas pueden arrogarse el derecho a ser dueños de sí de tal manera que adelanten el término de su propia vida? Es una paradoja que la Iglesia Católica condene el suicidio pero santifique a los mártires, personas que tenían una voluntad de sufrir (Tovilla, 2017) y que llegaban a ofrecerse voluntariamente a morir, aunque tuvieran la salvación de la apostasía. Sin embargo, en una sociedad que alimenta la frustración narcisista ante la imposibilidad de que la mayoría cumpla los sueños que se le venden en los medios, no es de extrañar que la tasa de suicidios vaya en aumento.

    3.- Depresión

    La desesperanza y la insatisfacción dan lugar a pensamientos catastróficos que alimentan la depresión. El depresivo se aísla, devalúa y destruye. Dice Julia Kristeva (1987: 39): “Recuerden ustedes la palabra del deprimido: repetitiva y monótona. En la imposibilidad de asociar, la frase se interrumpe, se agota, se detiene…”. Es donde la sensación de aburrimiento crónico y la imposibilidad de vincularse a alguien deprimido surge, produciéndose incomunicación e incomprensión. Es difícil que una persona deprimida al grado de quererse matar asocie lo que el otro le dice, incluso que le escuche.

    La depresión es más que solamente tristeza. Las personas con depresión experimentan falta de interés y placer en las actividades diarias, pérdida o ganancia significativa de peso, insomnio o somnolencia excesiva, falta de energía, inhabilidad para concentrarse, sentimientos de devaluación o culpa excesiva y pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.

    Una familia deprimida tiene a uno de sus miembros mucho más deprimido y los más vulnerables son los niños y los jóvenes. Somos criaturas sociales, coexistimos en familias y creamos redes sociales. Mucho de nuestro bienestar, de nuestras alegrías y tristezas, vienen de dichas relaciones.

    La depresión es recurrente, incluso en personas que han tenido tratamientos prolongados. Una persona deprimida puede justificar al suicida, al identificarse con él. Hay en la ruta al suicidio, una compulsión a la repetición. Es importante notar que el consumo de alcohol asociado a la depresión aumenta exponencialmente el riesgo de suicidio.

    4.- Qué se puede hacer para prevenir

    La sociedad humana agrede al medio en que vive constantemente y esta agresión es una proyección de la búsqueda incansable e instintiva de la muerte. Si no muero yo, que muera el ambiente, pareciera ser el discurso que empuja a todos a destruir. Inconscientemente hay una tendencia colectiva a la auto – destrucción. La periodista canadiense Naomi Klein, relata la toma de conciencia que tomó ante una situación vivencial de infertilidad y al mismo tiempo presenciar las consecuencias del desastre ecológico de la British Petroleum en el Golfo de México:

    “Fue entonces cuando me libré de la idea de que la infertilidad me convertía en una especie de exiliada de la naturaleza y empecé a sentir lo que solo puedo describir como un nexo de unión familiar con los infértiles. Me di cuenta de pronto de que yo formaba parte en realidad de una inmensa comunidad biótica y de que ese era un lugar en el que muchísimos de nosotros – humanos y no humanos – pugnábamos contra corriente por crear nuevos seres vivos”.

    Es necesario conectar el discurso de Naomi Klein con la pugna existente entre los suicidas y los no suicidas. Pareciera que quienes de preocupan por el tema del suicidio son los que no quieren ver suicidas y quieren a la vida y quienes quieren matarse o desprecian a quien lo hace son los que destruyen, es decir, aquellos a los que domina la pulsión de muerte.

    Una combinación de problemas de desarrollo neurológico temprano, elementos de psicopatía y sadismo, aislamiento y una envidia especialmente severa, arraigada en un narcisismo “tímido”, pueden dar origen a un individuo violento, que cause un daño severo a los demás para después suicidarse, como el caso que plantea White (2017), en el que en 2014 un joven californiano mató a seis e hirió a catorce personas, para después herido por la policía, suicidarse.

    Para encarar preventivamente estos extremos violentos y suicidas, es necesaria la prevención multidisciplinarias

    Debe acudirse a tratamiento con psicoterapeutas calificados, puesto que la ideación suicida puede cesar y la depresión se puede revertir. Que la sociedad tienda más a la vida y reconozca sus pulsiones destructivas ayuda a prevenir el suicidio de sus miembros. La Organización Mundial de la Salud, propone las siguientes alternativas de prevención:

    • Restringir el acceso a los medios suicidas.
    • Información responsable de los medios.
    • Prevención del consumo excesivo de alcohol.
    • Identificación y tratamiento tempranos.
    • Formación d personal sanitario.
    • Seguimiento y apoyo de la sociedad.

    La prevención de la recaída en los síntomas depresivos y en aquellos que se le relacionan como puede ser agresión en las relaciones interpersonales o consumo de sustancias tiene que estar basada en un tratamiento psicológico.

    5.- Alternativas de tratamiento

    Cualquier persona con pensamientos suicidas debiera tener una consulta de un psicólogo clínico calificado. Es importante realizar una evaluación que incluya:

    • Diagnóstico psicopatológico, ya que los pensamientos suicidas se encuentran ligados a un trastorno o estructura psicológica determinados.
    • Examen médico. Existen condiciones médicas que favorecen el deseo de matarse o la sensación de futilidad y desesperación. El dolor crónico, una enfermedad incurable, deficiencias endócrinas son posibles marcadores.
    • El uso excesivo de drogas y alcohol. Sobre todo la adicción puede estar relacionada con los pensamientos suicidas.
    • Medicamentos. Ciertos medicamentos pueden producir o incrementar los pensamientos suicidad. Por ejemplo, los antigripales.

    Existen alternativas, entre las que se incluye

    • La psicoterapia psicoanalítica.
    • La terapia cognitiva – conductual.
    • La terapia enfocada en la atención plena.
    • Los grupos de autoayuda y los psicoterapéuticos pueden funcionar.
    • A lo que se puede agregar el tratamiento farmacológico con vigilancia psiquiátrica.

    En todo caso, el paciente debe hacerse consciente de las emociones y sensaciones relacionadas con una posible recaída depresiva y convertirlas en pensamientos a transmitir a las personas afectivamente ligadas o al psicoterapeuta.

    Las personas adultas con tendencias suicidas pueden sostener sus intenciones ocultas hasta tener éxito en su intento. Pero hay que tener en cuenta que durante el proceso existen manifestaciones para – suicidas que provienen del inconsciente tanto poniendo en evidencia la intención directa, asociándose esto a la pulsión de muerte – Tánatos –, como para auto – denunciarse, lo cual esta ligado a la pulsión de vida – Eros –.

    Muy pocos jóvenes con problemas psicológicos buscan ayuda por sí mismos y tampoco la sociedad provee de suficiente información para la resolución de problemas específicos. En los jóvenes con tendencias suicidas, negarse a recibir ayuda puede exacerbar la situación.

    El enfoque de tratamiento para este tipo de problemática es multidisciplinario, en especial en la díada psicoterapéutica – didáctica. Orientadores psicológicos y maestros deben trabajar en unidad para prevenir suicidios de la población escolar. Y tienen que ser profesionales con gran interés de servicio y empatía, con humildad para analizarse y supervisarse continuamente.

    Una persona con tendencias suicida tiene que desarrollar resiliencia. La resiliencia es una capacidad que se desarrolla a lo largo de la vida, en menor o mayor grado y que permite afrontar cada vez con mejor éxito situaciones disruptivas. Estas son algunas estrategias para desarrollar resiliencia:

    • Mantener la unidad con familiares y amigos.
    • Desprenderse de la apatía.
    • Mantenerse apegado a la escuela o al trabajo.
    • Hay que estar seguro de que se están tomando constantemente buenas medidas de auto – cuidado, físico, mental y espiritual.
    • Retomar el control. Incluso en medio de la tragedia, puede uno moverse hacia adelante.
    • Expresarse y manifestarse para darle un nuevo significado a las cosas.
    • Ayudar a alguien, hacer servicio. El sentimiento de orgullo por la gratitud de otro mejora el estado neuropsicológico.
    • Apagar la recepción de noticias ominosas.

    6.- Sobrevivir al suicidio de un ser querido.

    Un suicidio es un evento disruptivo que las personas sobrevivientes procesan de diversas maneras. Puede tener un grado traumático diverso. Por ejemplo no es lo mismo sobrevivir al suicidio de un esquizofrénico crónico que al suicidio intempestivo de un adolescente aparentemente sano y sin problemas.

    El duelo de un suicidio puede ser mucho más complicado que los demás. Un proceso de duelo patológico se caracteriza por:

    • Sentimientos de anhelo o añoranza hacia la persona muerta. Se le extraña tanto que no hay manera de hacerse cargo de otro.   
    • Memorias, pensamientos o imágenes de la persona fallecida que pudieran ser deseados o no y que interfieren con la habilidad de comprometerse en actividades o relaciones significativas que pueden incluir búsqueda obsesiva de proximidad al sujeto faltante a través de fotografías, recuerdos, posesiones u otras cosas relacionadas con él.
    • Emociones dolorosas recurrentes relacionadas con la muerte como puede ser una tristeza persistente, culpa, envidia, amargura o ira, que son difíciles de controlar.
    • Evitación de situaciones, gente o lugares que disparan emociones dolorosas o pensamientos preocupantes relacionados con la muerte.
    • Dificultad para restaurar la capacidad de sentir emociones positivas a través de un sentido de vida o de la satisfacción, gozo o felicidad en actividades o relaciones con otros.

    Las personas que sobreviven a un suicida deben desarrollar su capacidad de resiliencia. La Asociación Psicológica Americana (aconseja lo siguiente a los sobrevivientes de suicidio:

    Entonces la psicoterapia contra el suicidio viene a ser un paliativo para los posibles sobrevivientes a él y para los que no tienen la suficiente cantidad de Yo ubicada en el Tánatos y tienen la suficiente cantidad de Yo establecida en Eros. Puesto quienes inevitablemente se suicidarán, están en una situación que tiende a lo inverso y para ellos, la solución ya está al alcance. Como no puede haber terapeutas para motivar el suicidio por cuestiones éticas, los psicoterapeutas trabajan en el sector de población que quiere prolongar su vida lo más posible.

    Referencias
    Baudrillard, J. (2004). El Pacto de Lucidez o la Inteligencia del Mal. Buenos Aires, Amorrortu, 2008.
    Klein, N. (2014). Esto lo Cambia Todo. El Capitalismo contra el Clima. México, Paidós, 2015.
    Kristeva, J. (1987). Sol Negro. Depresión y Melancolía. Buenos Aires, Waldhuter, 2015.
    Petrzelová, Jana y cols.(2007). ¿Por qué y cómo se Llega a la Desesperanza?: Tres Miradas sobre el Suicidio, Plaza y Valdés, S.A. de C.V., 2007. ProQuest Ebook Central, http://ebookcentral.proquest.com/lib/anahuacsp/detail.action?docID=3218870.
    Tovilla, A. (2017). Me Duele más que a Ti. Un Viaje a Través del Duelo. México, Psicogrupo.
    White, S. G. (2017). Case study: The Isla Vista campus community mass murder. Journal of Threat Assessment and Management, 4(1), 20-47. http://dx.doi.org/10.1037/tam0000078
    Organización Mundial de la Salud (2018). Infografía sobre el Suicidio. https://www.who.int/mental_health/suicide-prevention/suicide-infographic-es.pdf?ua=1

     

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