COVID-19: Fortalecer la psique para inmunizar al cuerpo.

De: Psicogrupo
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COVID-19: Fortalecer la psique para inmunizar al cuerpo.

“He aprendido que un año en el espacio contiene muchas contradicciones. Un año lejos de alguien a quien amas tensa la relación y a la vez la estrecha en formas nuevas”.

Astronauta Scott Kelly, quien vivió un año en la Estación Espacial Internacional. 

 

La psiconeuroinmunología es el estudio complejo de las interacciones entre lo conductual, lo neurológico, lo endócrino y los procesos de inmunidad. Ante una epidemia, como es la de COVID19, la actuación de los psicólogos es de vital importancia, pues es necesario disminuir los niveles de angustia individual, familiar y social, pero además este trabajo puede producir por sí mismo, a muchas personas, una suficiente inmunidad, relativa a la fortaleza mente – cuerpo necesaria para enfrentar una epidemia. Cada vez se ha obtenido mayor evidencia de la constante comunicación cruzada entre los sistemas neurotransmisores centrales y periféricos, endócrino e inmune. 

Existe una fuerte intercomunicación entre el  cerebro y el sistema inmune, entre la psique y el soma. Esto provee las bases del estudio de los efectos entre lo psíquico, lo neurológico y lo endócrino con los procesos de inmunidad. Hay una íntima conexión mediante una red dinámica entre la inmunidad y la fortaleza de la estructura psíquica. Si se analiza en términos funcionales, lo inmunológico y lo nervioso no se encuentran separados, ya que lo primero toma parte en las señales nerviosas que se manifiestan por medio de neurotransmisores y hormonas, de forma que las células nerviosas pueden procesar y presentar antígenos y producir proteínas inmunes. Incluso se ha observado la existencia de sinapsis entre las células inmunes y las nerviosas en el tejido linfático  (Lekander, 2002). 

La base de esta interrelación puede ser el sustento evolutivo común de los sistemas fisiológicos que tradicionalmente se habían concebido más en forma discreta que sobrepuestos. El sistema inmune está involucrado de manera activa en la regulación homeostática. Las señales de las células de inmunidad pueden cambiar profundamente el estado fisiológico del organismo, con cambios observables en el metabolismo, estrés, comportamiento, motivación y cognición. Estos cambios tienden a facilitar la recuperación de un estado patológico. Por otro lado la actividad en el sistema inmune depende de la homeostasis regulada por el sistema neuroendócrino, sustentándose en una red que además es capaz de mediar o amortiguar el impacto psicológico en la inmunidad. 

Al cuestionarse si el sistema inmune vela por el funcionamiento correcto de la psique y si ésta puede afectar la inmunidad, se han dado ciertos avances neurocientíficos y la dualidad cuerpo – mente ha tomado un nuevo significado. Debe tomarse en cuenta a Schwartz y London (2015), que proponen que el sistema inmune es el mecanismo central de coordinación que armoniza la relación de cuerpo y mente. Es decir, existe un vínculo entre emoción y cuerpo, y  está situado en el sistema inmunológico. Estos autores revelaron que las células inmunes controlan la formación de las células madre del cerebro, modulan el funcionamiento cognitivo como el aprendizaje y la memoria y afectan el estado de ánimo y la habilidad de manejar el estrés. 

El cerebro y el sistema inmune se comunican bidireccionalmente a través del sistema nervioso autónomo y la actividad neuroendócrina. Ambas rutas producen señales que son percibidas por el sistema inmune por medio de receptores en la superficie de los linfocitos y otras células de inmunidad. A la inversa, un sistema inmune activado genera señales químicas (citoquinas o citocinas) que son percibidas por el sistema nervioso. Este camino de doble circulación conecta el cerebro y el sistema inmune y provee los cimientos de las influencias conductuales en las funciones inmunológicas. 

Un Yo fortalecido es más resistente a la sugestión. Este fortalecimiento puede crecer por la prueba de realidad ampliada que provee un razonamiento apropiado del entorno gracias a la información que se recibe. De ahí que puedan ser muy perniciosos los rumores que se propalen deliberadamente con fines políticos a través de las redes sociales y que se magnifican en los medios masivos de comunicación. 

Tener resiliencia ante estas epidemias implica cierta fortaleza yoica. Esto radica en que la capacidad resiliente es una función del Yo. Su tarea es la autoafirmación en el sentido externo para conocer los estímulos, memorizar las experiencias de ellos, evitar estímulos intensos y enfrentar adaptativamente los estímulos moderados. En el sentido interno, enfrenta a los instintos, tiende a dominarlos, decide si se pueden o deben satisfacer o bien aplazándolos e incluso suprimiéndolos totalmente. Externamente, la resiliencia se relaciona con la función adaptativa e internamente con la capacidad de demora o supresión de instintos destructivos.

La cultura narcisista, que genera estructuras psíquicas débiles que se apoyan en un mecanismo de falsa omnipotencia y grandiosidad, implica que se sostenga y magnifique la preocupación hipocondríaca. Un tema noticioso persistente, dentro de la realidad o como rumor acerca de una pandemia, embona con ello y hace que la gente se sintonice y realice conductas impulsivas a las que se les ha dado llamar “psicosis colectiva”

Hay que tomar en cuenta que muchas personas con tendencias autodestructivas tratarán de buscar inconscientemente el contagio, como una manera de alcanzar los fines de su pulsión de muerte. Tampoco debe olvidarse que el estado de ánimo de las personas que padecen enfermedades infecciosas que requieren tratamiento de por vida como el SIDA y la tuberculosis, está relacionado con la expectativa de vida; a mejor humor, mejor pronóstico  (Leonard, 2008). Por ejemplo, estar en negación respecto a la epidemia y no tomar las medidas de protección indicadas por las autoridades. 

Tanto Dantzer (1994), como Connor y Leonard (1998) afirman que:

  • El cerebro y el eje hipofisiario – pituitario – adrenal  (HPA) se encuentran interrelacionados.
  • El estrés y los estados emocionales afectan la función inmune y pueden precipitar tanto cambios fisiológicos como psicológicos.  
  • Las citoquinas juegan un rol fundamental como inmunotransmisores y coordinan la actividad de los sistemas endócrinos, inmunológicos y neurotransmisores. Comunican a las células entre sí. 

Acerca de las enfermedades infecciosas, cabe tener un pensamiento que lleve a la cura al pensar en su motivo, más allá de su causa. Así se puede llegar a una mejor prevención en casos futuros. El manejo de estrés es importante para prevenir cualquier infección, pues el sistema inmune se fortalece cuando no hay condiciones estresantes internas que lo afecten. La inflamación y otras respuestas inmunes pueden cambiar la sensación de bienestar. Puede sorprender que inversamente las adversidades al bienestar pueden afectar al sistema inmune. La inmunidad es afectada por las emociones, estructura de personalidad e incluso el estatus social, así como otras variables relativas al sueño, nutrición o nivel de actividad física (Ader 2020). . 

Hay que agregar que las medidas preventivas extremas, como es la cuarentena, conllevan afectaciones psicológicas que podrán afectar la inmunidad psíquica y por ende fisiológica en otros aspectos. Las condiciones de aislamiento social, pueden llevar al crecimiento de síntomas que generen a su vez mayor vulnerabilidad a todo tipo de condiciones médicas. No debe dejarse de lado que una situación de confinamiento en cuarentena, sobre todo si hay hacinamiento familiar, puede generar estrés que incluso llegue a violencia

Estar en cuarentena es un evento disruptivo de potencial traumático, lo cual conlleva un impacto desestructurante que tendrá consecuencias en el futuro y requerirá de atención psicoterapéutica. Esta situación, si no es atendida, puede generar predisposición a nuevos compromisos inmunológicos. Brooks, Webster, Smith, Woodland, Wessely, Greenberg y Gideon (2020) al hacer una  rápida revisión bibliográfica sobre los efectos psicológicos de la cuarentena, ante la emergencia del COVID19 encontraron que la información, comunicación, abasto, certeza, tipo de cuarentena forzada o voluntaria y reforzamiento del altruismo son factores determinantes en la evolución de la psicología colectiva. De esto puede comentarse lo siguiente:

  • La información es clave, las personas que están en cuarentena necesitan entender la situación para tomar acciones proactivas. La ansiedad crece cuando hay incertidumbre. Una persona que se informa correctamente, puede sentirse respaldada con el conocimiento y así fortalecer su estructura de personalidad. 
  • Es esencial que haya comunicación rápida y efectiva. Debe existir un alineamiento claro y cooperativo, sin intereses políticos entre autoridades sanitarias y todos los medios de comunicación. 
  • El abasto de comida y medicamentos debe ser suficiente. La escasez despierta angustia, por lo que debe garantizarse el abasto en condiciones de equidad a toda la población. 
  • El periodo de cuarentena debe ser corto y su duración no puede darse con ambigüedad. Es claro que la incertidumbre eleva los niveles de estrés, sobre todo si se desconoce cuánto tiempo se estará encerrado.
  • Muchos de los efectos psicológicos adversos pueden venir de la restricción forzosa de la libertad. La cuarentena voluntaria se encuentra asociada a menor estrés y menos complicaciones a largo plazo. 
  • Las autoridades sanitarias deben enfatizar el altruismo que representa el aislarse para no contagiar a otros. Las personas en general están dispuestas a ayudar si sienten que tiene sentido de vida ayudar con el confinamiento. 

Las condiciones de confinamiento exacerban situaciones de psicopatología previa. Sobre todo en las personas que son “porta – síntoma” de familias psicopatológicas. La violencia familiar, las psicosis, las adicciones, las depresiones y otros padecimientos surgirán con intensidad en dinámicas familiares donde se está forzando la convivencia entre personas que comparten emociones negativas. Estos síntomas además fortalecen el círculo vicioso de la relación nosológica cuerpo – psique. Se sabe que las mujeres que son golpeadas en sus hogares reciben atención hospitalaria más frecuentemente, no solamente por consulta traumatológica, sino también por condiciones médicas como son situaciones ginecológicas, psiquiátricas, gástricas e incluso infecciones que ponen en evidencia un sistema inmune frágil debido a una relación violenta y disruptiva con alto potencial traumático (Bergman, 1991).

Las enfermedades crónicas e infecciosas se agudizan si el estrés no cede. No hay que olvidar por ejemplo, que se ha encontrado correlación entre depresión y ciertos tipos de cáncer. Así, cuando se tiene un padecimiento continuo de larga data sin remisión, cabe preguntarse sobre los niveles de estrés que maneja el paciente. Un determinado estado de bienestar, resiliente al estrés, mejora la salud física. También un buen estado emocional y fisiológico produce respuestas inmunes eficientes, tanto en lo que se refiera a la cura como lo relativo a la prevención. 

Referencias
Ader, R. (2001). Psychoneuroimmunology. Current Directions in Psychological Science, 10(3), 94-98. Retrieved March 15, 2020, from www.jstor.org/stable/20182708
Bergman, B. Bnsmar, B. (1991). A 5-Year Follow-up Study of 117 Battered Women. American Journal of Public Health. November 1991, Vol. 81, No. 11
Brooks, S. Webster, R. Smith, L., Woodland, L. Wessely, S. Greenberg, N. Gideon, J. (2020). The Psychological Impact of Quarantine and How to Reduce. Lancet 2020; 395: 912–20 February 26, 2020 https://doi.org/10.1016/ S0140-6736(20)30460-8
Connor T, Leonard BE. Depression, stress and immunological activation: the role of cytokines in depressive disorders. Life Sci 1998;62:583-606.
Dantzer R. How do cytokines say hello to the brain? Neural verses humoral mediation. Eur C network 1994;5:271-273.
Goldberg, J.G. (1991). Building a Psychological Immune System: Theoretical Considerations in the Psychoanalytic Treatment of Physical Disease*. Mod. Psychoanal., 16(1):105-120
Kelly, S. (2017). Resistencia. Un Año en el Espacio. Barcelona, Debate, 2018. 
Lekander, M. (2002). Ecological Immunology. The Role of the Immune System in Psychology and Neuroscience. European Psychologist, Vol. 7, No. 2, June 2002, pp. 98–115
Leonard, Brian E.. (2008). How important is psychoneuroimmunology?. Salud mental, 31(2), 83-85. Recuperado en 15 de marzo de 2020, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-33252008000200001&lng=es&tlng=en.
Schwartz, M., & London, A. (2015). Neuroimmunity: A New Science That Will Revolutionize How We Keep Our Brains Healthy and Young. Yale University Press.
Silverman, M. N., Pearce, B. D., Biron, C. A., & Miller, A. H. (2005). Immune modulation of the hypothalamic-pituitary-adrenal (HPA) axis during viral infection. Viral immunology, 18(1), 41–78. https://doi.org/10.1089/vim.2005.18.41

 

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