Al leer la literatura de las comunidades de doce pasos se ha observado una fenomenología de la recuperación, un proceso de transformación de identidad en el que existieron eventos disruptivos:
- Se dieron cuenta de la necesidad lograr abstinencia y tuvieron fortaleza para hacerlo.
- Otro evento los impulsó a cambiar en otros aspectos de su vida.
- Sobrevino el llamado “Despertar Espiritual”.
En la práctica de los doce pasos, los adictos en recuperación adquieren humildad para comprender la magnitud de su fondo de sufrimiento, es decir el lugar al que llegaron para admitir su impotencia ante la adicción y la ingobernabilidad de sus vidas (Primer Paso). Además, en ese momento reconocieron el vacío y la insatisfacción existencial. De esto se deprende que confiar en que un poder superior a nosotros puede ayudar a superar la crisis pandémica sin daño y además ayuda a que haya un afrontamiento de las vicisitudes diarias actuales con mayor serenidad.
Se llega a un momento de la vida en el que se siente que todo ha sido en vano, que todo ha fracasado, que una y otra vez se cae en los mismos errores (Tovilla, 2017), de ahí se parte al trabajo espiritual que producirá un cambio que ya se anhela tener, pero se desconoce su devenir. En esta presentación haremos un recorrido por tres de los pasos, es decir el tercero, el séptimo y el undécimo para establecer cómo la espiritualidad que se desarrolla en este programa fortalece el sistema inmune al ayudar a enfrentar de manera resiliente cualquier agresión del medio ambiente incluyendo las enfermedades virales.
La práctica espiritual puede apoyar la protección del individuo contra enfermedades infecciosas. Se ha descubierto que muchas personas pueden desarrollar una mayor capacidad de protección al reforzar el eje hipofisario – pituitario – adrenal. Mediante el programa de 12 pasos iniciado por Alcohólicos Anónimos en 1935 también podría lograrse. Esto implica ya, de acuerdo al doceavo paso que hay que practicar dichos principios en todos los aspectos de la vida y compartirlos con otras personas. Por ejemplo, Woods y colaboradores (1999) encontraron en 106 sujetos VIH que aquellos que sobrellevaban su enfermedad religiosamente (poner su fe en Dios, buscar confort en la religión, asistir a ritos y leer literatura) obtuvieron menores puntajes en la escala de depresión de Beck y tuvieron mayor conteo de linfocitos CD4+.
El sistema inmune está involucrado de manera activa en la regulación homeostática y ésta recibe afectaciones cuando existen condiciones estresantes como pueden ser las derivadas de una pandemia, sus actividades preventivas y las consecuencias epidémicas, especialmente las muertes. Un estado de confinamiento y estrés por hiperinformación pandémica puede conducir a un debilitamiento del sistema inmune. En estos momentos de crisis sería muy bueno que las personas no adscritas a los doce pasos se tomaran la libertad de atender lo que hacen los grupos que practican este programa, ya que sus prácticas espirituales mejoran el estado mental y esto fortalece la inmunidad.
Se ha dicho que la salud es el estado natural de los seres vivos. Para conservarla, se posee al sistema inmune, que lucha contra cualquier clase de enfermedad. Cuando el sistema inmune se debilita, el cuerpo se vuelve vulnerable. Además, puede hablarse de una “inmunidad espiritual” que funciona en el mismo sentido; cuando se fortalece, hace defensa contra los males psicológicos y espirituales como pueden ser la depresión, el resentimiento, la preocupación excesiva y el egoísmo, y permite evitar las sustancias adictivas que alteran el estado de ánimo o actividades compulsivas que producen una falsa sensación de bienestar.
Dentro del pensamiento científico complejo, se ha desarrollado la psico – neuro – inmunología para el estudio de las interacciones entre lo conductual, lo neurológico, lo endócrino y los procesos de inmunidad (Tovilla, 2020).
Tanto Dantzer (1994), como Connor y Leonard (1998) afirman que:
- El cerebro y el eje hipofisiario – pituitario – adrenal (HPA) se encuentran interrelacionados.
- El estrés y los estados emocionales afectan la función inmune y pueden precipitar tanto cambios fisiológicos como psicológicos.
- Las citoquinas juegan un rol fundamental como inmunotransmisores y coordinan la actividad de los sistemas endócrinos, inmunológicos y neurotransmisores. Comunican a las células entre sí.
Ante la pandemia que hoy nos ocupa, es necesario para todos disminuir los niveles de angustia individual, familiar y social, para conseguir suficiente inmunidad, relativa a la fortaleza mente – cuerpo – espíritu, necesaria para enfrentar una epidemia. Cada vez se ha obtenido mayor evidencia de la constante comunicación cruzada entre los sistemas neurotransmisores centrales y periféricos, endócrino e inmune y la forma en que las prácticas psico – espirituales como la atención plena afectan positivamente este sistema (Goleman y Davidson, 2017).
Cuando se tiene un padecimiento continuo de larga data sin remisión, puede haber altos niveles de estrés. Las enfermedades crónicas e infecciosas se agudizan si el estrés no cede. Se ha encontrado correlación entre depresión y ciertos tipos de cáncer (McCoubrie y Davies, 2006). En una revisión de Garfin y colegas (2018), se encontró que las personas que sufren estrés agudo después de un evento con potencial traumático, tienen más propensión a desarrollar resultados mórbidos fisiológicos y mentales que incluyen un estado de salud disminuido, incremento de problemas psicosomáticos, disparo de núcleos depresivos, ansiedad, otros desórdenes psiquiátricos y conflictos familiares.
El sistema inmune se fortalece cuando no hay condiciones estresantes internas que lo afecten. Con la serenidad y resiliencia al estrés que se alcance con una práctica espiritual, se mejora la salud física. La inmunidad es afectada por las emociones, estructura de personalidad e incluso el estatus social, así como otras variables relativas al sueño, nutrición o nivel de actividad física (Ader 2020) y claro está, la capacidad de tener una práctica espiritual. .
Un Yo fortalecido es más resistente a la sugestión hipocondríaca de las noticias pesimistas. Esto se incrementa por la prueba de realidad ampliada que provee un razonamiento apropiado del entorno gracias a la información que se recibe. El sentimiento de seguridad crece. Tener resiliencia ante estas epidemias implica fortaleza yoica. La resiliencia se relaciona externamente, con la función adaptativa e internamente con la capacidad de demora o supresión de instintos destructivos. La capacidad resiliente es una función del Yo en cual permite la autoafirmación en el sentido externo para conocer los estímulos, memorizar las experiencias de ellos, evitar estímulos intensos y enfrentar adaptativamente los estímulos moderados; en el sentido interno, enfrenta a los instintos, tiende a dominarlos, decide si se pueden o deben satisfacer o bien los aplaza o suprime.
Es importante decir que en los doce pasos existe una absoluta libertad de creencia espiritual o religiosa. “No hace falta que seamos religiosos, cualquier persona puede dar este paso”, así dice acerca de ello el Texto Básico de Narcóticos Anónimos (2010).
Existe una evidente diferencia entre vida espiritual y religiosidad. En la vida espiritual, si bien existe la creencia en algo metafísico que domina a la naturaleza e incluso al ser, no se encuentra adscrito a ningún dogma o forma establecido de práctica, además de que existe la libertad de concepciones. En todo caso la espiritualidad es más una búsqueda y desplazamiento constante en torno a lo que se considera bondadosamente sobrenatural.
Tercer Paso.
Decidimos poner nuestra vida y nuestra voluntad al cuidado de Dios tal como lo concebimos.
Esta disposición constituye en sí misma un estado de oración en el que se procura el progreso espiritual para crecer y oponerse a pensamientos obsesivos y conductas compulsivas que obligan al sujeto a mantenerse en adicción activa, con los defectos de carácter en ebullición y en un estado de debilidad física, mental y espiritual crónico. En el caso de la pandemia, existe una especie de obsesión por el peligro de contagio y la culpabilización de terceros.
Quien toma esta clase de decisión, está aceptando un lugar en la vida con humildad; reconoce la verdad sobre sí mismo y se da cuenta de su alrededor, al cual pretende cambiar con la acción que realmente le corresponde para el bienestar de sus semejantes. Claro está, hay adherencia a este programa porque se desea crecer espiritualmente. El beneficio de la fortaleza viene por añadidura.
Con la práctica de este paso se tiene una mejor calidad y variedad de pensamientos y se estimula la creatividad. Habrá de llevarse un registro frecuente de la eficacia en la práctica de este paso, lo cual implica precisamente no sentir angustia excesiva ni tener pensamientos obsesivos. Al renunciar al control, se obtiene poder sobre el miedo que pudiera provocar una emergencia como puede ser la pandemia.
Séptimo Paso
Humildemente le pedimos a dios que eliminase nuestros defectos de carácter.
En este caso, es conveniente reconocer el miedo que provoca una pandemia y hacer oración por no tenerlo, pues justamente la angustia excesiva puede constituir un defecto de carácter y la oración activa, que es pedir y actuar en una vida espiritual, es un gran ansiolítico. Pedir no nos excusa de nuestro esfuerzo. Por ejemplo, podemos bajar nuestra ansiedad haciendo oración ante la pandemia, pero también debemos proteger a los demás y a nosotros del contagio con las medidas preventivas idóneas.
Cuando se trata de trabajar el séptimo paso, la calidad de la humildad irrumpe para tener una perspectiva razonable de sí mismo, de manera que se vea la realidad de la existencia y el lugar que se tiene en el mundo. Es decir, hay una forma de volverse a concebir de la manera “correcta”. Cuando se le pide humildemente a Dios corregir el carácter, se está reconociendo que no se es ni bueno ni malo, sino que se quiere cambiar conforme a la voluntad divina y en función de un trabajo espiritual.
Se le puede llegar a pedir al Creador que se le ha ofrecido todo lo que hay en uno, lo bueno y lo malo, y orar para que se remueva cada uno de los defectos de carácter que se interponen para ser útil a Dios y a los semejantes. Se le pide fortaleza para en adelante cumplir con sus designios. Si se hace oración por cambiar, es fácil recordar que se ha hecho un compromiso por no volver a actuar los defectos de carácter.
En el caso de un proceso psicoterapéutico influenciado por la espiritualidad, pudiera concebirse la intención y la petición de cambiar como un acto de humildad en el que se pide a otro su intervención, con los debidos conocimientos y sabiduría para interpretar y aconsejar la mejor forma de establecer un cambio duradero que ya no provoque angustia. Para el caso de una situación que puede parecer desesperada por la angustia que se siente, es propicio saber que el defecto de carácter que significa el miedo puede ser removido para tener el pasaje por el hecho disruptivo como una oportunidad para encontrar fortaleza en la crisis a través de la vida espiritual.
Se puede esperar que el cambio se va a encontrar si se le espera y hay disposición para salir a su encuentro con humildad.
Salvador Ros (2020) al escribir sobre la visión sobre la humildad de Santa Teresa de Jesús, afirma que “Quien se ha descubierto a sí mismo ante Dios, ha descubierto también que sólo ahí estaba el lugar donde uno puede conocerse íntegramente, en medio de una luz que nos deja desnudos como nunca antes lo habíamos estado, y a la vez nos cubre de misericordia como nunca antes nadie lo había hecho”. Esta es una forma contemplativa de concebir a la humildad, en la que se procura su manifestación en la presencia de Dios.
Vale la pena pensar que el confinamiento involuntario de la pandemia puede vivirse un día a la vez y decidiendo poner la vida y la voluntad al cuidado del poder superior que cada uno conciba.
Undécimo Paso.
Buscamos a través de la oración y meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, tal como lo concebimos, pidiéndole solamente conocer su voluntad para con nosotros y la fortaleza para cumplirla”.
De la simple enunciación de este paso, surgen preguntas importantes: ¿Qué es orar? ¿qué es meditar? ¿qué significa Dios? ¿qué es tener un contacto consciente con Dios? ¿cuál es o cómo se puede conocer la voluntad de Dios? y ¿qué significa tener fortaleza para cumplir con la voluntad divina?
Cuando se han practicado los diez pasos anteriores, ya se puede tener por seguro que existe un contacto consciente con Dios, pues existe, de manera incluso involuntaria e inconsciente la práctica de la oración y meditación. “El propósito del Undécimo Paso es tomar mayor conciencia de este poder y mejorar la capacidad de usarlo como fuente de fortaleza de nuestra vida (Narcóticos Anónimos, 2010: 51)”
Dice Mahoma «En verdad, la Oración impide, que el adorador, se entregue a cualquier cosa que no sea digna o indecente». (Corán 29:46). Es decir, el acto de oración, es elevar la palabra propia al espíritu divino. Luego, en la meditación, se espera a la inspiración divina para conocer la voluntad universal. “Para algunos, orar es pedir ayuda a Dios y meditar escuchar su respuesta (Narcóticos Anónimos, 2010: 53).
La calidad del pensamiento que se produce gracias a la oración y meditación contribuye a mejorar el estado ánimo y a disminuir el estrés. Las señales de las células de inmunidad pueden cambiar profundamente el estado fisiológico del organismo, con cambios observables en el metabolismo, estrés, comportamiento, motivación y cognición.
En realidad, hay una profunda expectativa a las respuestas que se den a las últimas cuatro preguntas y además hay que sostener la fe para saber que serán respondidas en el momento apropiado. Mientras tanto, hay que confiar en que las acciones de orar y meditar conducirán a una mayor serenidad, por cierto, cabe definirla como un estado mental y espiritual en el que hay atención plena, humor positivo, preocupación por los demás y gratitud.
Hay que acercarse a la oración y la meditación para enriquecer emociones e intuiciones de un soporte necesario que vaya mucho más allá de los deseos egoístas.
Goleman y Davidson (2017) cuando proponen que prácticas psico – espirituales como la atención plena y la compasión pueden ayudarnos, proponen cuatro habilidades que permiten fomentar el bienestar, que se pueden comprobar neurofisiológicamente:
- Resiliencia, entendido como la velocidad de recuperación de la adversidad. Es de las cuatro habilidades la que tarda más en entrenarse (miles de horas de meditación).
- Visión positiva, ver la amabilidad en uno mismo y en los demás o en una situación. Haciendo durante dos semanas diariamente media hora de meditación compasiva se consigue resultados medibles.
- Atención, una mente distraída es una mente infeliz… «Con unos ejercicios sencillos se puede ejercitar el músculo de la atención y conseguir resultados en unas cuantas semanas».
- Generosidad, mientras ayudas a otras personas siendo amable automáticamente recibes una recompensa interna activando las partes del cerebro que están asociadas con el disfrute.
Estas cualidades se encuentran relacionadas con los resultados de la práctica del programa de doce pasos y el cambio espiritual que resulta, lo cual es precisamente lo que se busca: un conjunto de consecuencias positivas del trabajo interno, psicológico y espiritual.
El simple hecho de autoafirmarse como persona saludable, provee de la serenidad necesaria para fortalecer al sistema inmune. Hay que dejar a un lado la creencia de que podemos enfermar y enloquecer más allá de toda necesaria previsión.
La hipótesis de que las personas felices se enferman menos y si les sucede, no sufren, se ha comprobado a lo largo de la historia. Es necesaria la mejora espiritual para que lo mismo suceda con la inmunidad. Primero hay que convencerse de que se tiene una vida espiritual. La vida espiritual entonces, puede ayudarnos a vivir con serenidad esta época.
Estar en contacto consciente con Dios o un Poder Superior, da lugar a menor ansiedad; hay que asistir en ello.
Referencias
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