La etapa de crianza es recordada como algo maravilloso, pero mientras tiene lugar puede ser verdaderamente agotadora. Por más capaces que sean las madres, que son quienes usualmente se encargan de criar, necesitan apoyo. Por supuesto, está el apoyo que se esperaría encontrar en la familia; pero cualquier persona tiene oportunidad de apoyarlas. Se empieza por mirarlas y escucharlas con atención; luego es cuestión de actuar con prudencia y tener consideración.
Estas son algunas ideas que puedes poner en práctica cuando te toque convivir o simplemente compartir el espacio con mamás que están criando:
– Comprende que los bebés y los niños pequeños existen; por tanto, estarán en los espacios públicos y estarán ahí portándose como lo que son: bebés y niños pequeños. Se va a notar cuando lo aceptas y se va a notar si lo toleras o lo aprecias. Basta con que lo aceptes, mientras te portes como adulto, tú que sí puedes: no te quedes mirando un berrinche, no hagas escenas de asco por un niño sucio, no comentes en voz alta cómo según tú debería actuar esa mamá.
– Se trata, en general, de mostrar respeto por el proceso en el que están esa mujer y sus hijos. Y mostrar respeto pasa por no meterte en lo que no es de tu incumbencia: no cuestiones por qué hace o deja de hacer, no te sitúes en la posición de un superior que puede decirle al otro cómo vivir. Tu intención puede ser bienintecionada, pero un consejo no solicitado es una intromisión. Pon atención al contexto y a la actitud de la mamá para saber si es buena idea decir lo que estás pensando.
Una técnica para descartar comentarios es preguntarte si lo que vas a decir es evidente. Un clásico es el de abrigar o desabrigar al bebé: “¿No crees que está haciendo mucho frío para llevarlo sin suéter?”, pregunta casi siempre una mujer. La respuesta está implícita en el hecho de que lo lleva sin suéter: seguramente no: no cree que esté haciendo mucho frío. O tal vez todos los suéteres están sucios. El caso es que antes de hacer el comentario, conviene preguntarse a una misma: ¿creo que ella no es capaz de darse cuenta de lo que yo pretendo revelar? Si piensas que verdaderamente es necesario que digas lo que quieres decir, hazlo de manera gentil, con la conciencia de que le estás hablando a una persona capaz que probablemente tenga una visión muy diferente a la tuya.
– Consejos e instrucciones suele haber muchos. Es más probable que una mamá esté necesitando ser escuchada. Hasta en la fila del supermercado se puede escuchar a alguien y con suerte, también darle una palabra de aliento; pero se trata de escuchar verdaderamente, no como cuando una está preparando mentalmente la respuesta que dará cuando llegue el turno de hablar. Si la relación con esta mamá lo permite, pregúntale cómo se siente y ten el valor de escuchar la respuesta y reconocer sus sentimientos aunque no los comprendas. Si a la mamá le viene bien: consuélala, abrázala, anímala.
– Finalmente, facilita la vida de la mamá que está junto a ti, de la forma en que te sea posible. Cualquier modo en que puedas aliviarle de una carga es una pequeña contribución a su bienestar y a que concilie su rol de mamá con otros roles (estudiante, trabajadora, amiga, pareja, etc.). Esto es tan sencillo como cederle el lugar en el transporte público, ayudarle a cargar las bolsas del supermercado, ofrecer un lugar cómodo en tu establecimiento para que amamante. Si se trata de una compañera de trabajo o una vecina, habrá ocasiones para tener consideración por sus necesidades de horario o para hacer gestiones por ella que le ayuden a desahogar su lista de pendientes.
Estas ideas pueden ser un referente, pero en cualquier caso, lo apropiado es poner atención a cada mamá en particular y si hay oportunidad, preguntarle de qué manera se le puede apoyar. Basta un poco de conciencia y un poco de empatía.