Existe la paradoja psicológica de que estar en pareja produce felicidad, pero también produce excesivo estrés. Porque la vida plena en pareja es la mayoría de las veces solamente un ideal que incluso el psicoanálisis propone ideológicamente como relaciones genitales “maduras”, que las más de las veces son inalcanzables.
Puesto que no hay por qué reprimir el deseo de estar sólo, sobre todo cuando de esto depende la sobrevivencia ante una pareja agresiva o dejar de ser agresivo con ella. Pero sobre todo para obtener fortaleza psíquica, y las necesarias capacidades empáticas y compasivas que permiten vínculos amorosos eficaces.
La decisión de caminar por la vida en soledad, conservando una buena autoestima, que no debe sacrificarse ante la primera persona que parezca viable, solamente porque hay una “Ley” que nos lo quisiera imponer, es muchas veces la más sana actitud que se puede tener y algo que en el futuro puede producir una gran sensación de orgullo.
Siempre cabe cuestionarse si se ha luchado suficientemente contra la presión de una conciencia moral que quiere forzarnos a como dé lugar a emparejarnos, muchas veces obedeciendo a la necesidad arcaica de reproducción para lograr el “rendimiento social” al que Marcuse hizo referencia (Caruso, 1968). En el pensamiento Nietzschieano, consignado en “Más allá del Bien y el Mal” (1886), la fortaleza que da la formación de valores propios en el estado de soledad, no puede adquirirse en otro lugar.
Los chistes acerca de lo difícil que resulta vivir en pareja y la agresión pasiva que está alrededor de esto, lo hacen ver como algo que emerge de lo inconsciente como producto de la angustia de muerte que produce la pérdida del propio yo ante el ayuntamiento con otro u otra.
Estar sin pareja no es necesariamente mantener una situación alejada de los vínculos significativos. Cuando hay separación, también puede darse una “puesta en orden” (Brachi, en Puget, 1996). Cuando se desinviste al otro, puede haber retorno al principio del placer, puesto que muchas relaciones terminan por el insoportable sufrimiento.
Encontrarse a sí mismo es un requisito para poder vivir en plenitud con otro. Cada quien tiene que encontrar su propia verdad antes de encontrar la del otro o la del vínculo que forma con éste. Se trata de buscar la soledad, encontrarse a gusto con ella para tener el mejor autoconocimiento y luego emprender hacia el encuentro amoroso. Hay que tomar el riesgo de mirar en nuestro interior.
Por ello enumero aquí 12 ventajas de estar en Soledad:
- En el estado de soledad, se tiene mayor aprecio por sí mismo.
- Estar sólo es rebeldía contra la ideología que impone la vida pareja a riesgo de ser infeliz.
- No sientes angustia de morir al fundirte con el otro, ni estás sometido a su posible sadismo.
- No tienes que rendir cuentas acerca de tu lealtad.
- Tienes plena libertad y responsabilidad de tu Ser.
- Es más fácil iniciar un camino al despertar espiritual, aunque después te agrupes para lograrlo.
- Puede haber mayor acercamiento a una sociedad sin prejuicios.
- Si aceptas la soledad para conocerte, en el futuro no tendrás vínculos patológicos.
- Se te facilita mejorar en tus expectativas futuras si reflexionas sobre tus capacidades propias.
- No tienes compromiso de arraigarte porque tu pareja no pueda marchar a otra residencia que te convenga.
- Arriesgarse a la soledad es vivir de manera diferente.
- Una relación de pareja para “curarse”, puede resultar en mayor frustración neurótica.
Antes de volver a estar en pareja, a fin de adquirir mayores capacidades empáticas y compasivas, es bueno estar en soledad y adquirir fortaleza psíquica. Ésta última se obtiene en la medida en que hay suficiente tolerancia a la demora de los impulsos libidinales que fuerzan el emparejamiento compulsivo (Mijuskovic, 2012).