7 formas sutiles de hacerte daño

De: Andrés Tovilla Sáenz
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Aunque parezca egoísta o narcisista, es bueno quererse y rechazar hacerse daño, evitar el sacrificio y sufrimiento. Sin embargo para muchas personas es difícil identificar la forma en que de manera cotidiana, uno se provoca perjuicios a sí mismo. Aquí algunas maneras sutiles.

1. No poder decir que no.

En las relaciones humanas, es muy frecuente que nos sintamos orgullosos del agradecimiento de las personas a las que siempre decimos que sí. En algunas ocasiones, éstas son manipuladoras y saben que pueden contar con nuestro masoquismo e incondicionalidad para favorecerse. Quienes te impiden manifestarte en todo tu potencial, muchas veces no quieren que les hagas sombra. Eso pasa mucho con las personas narcisistas. Para ser feliz no necesitas estar cerca de ellas. Puedes decir que no y entender que los que se enojan por no recibir tu afirmativa, probablemente no son personas leales a tu proyecto de vida. 

2. No tomar decisiones en tu favor.

De pronto, consideras que cualquier cosa que vaya en tu favor, es ser egoísta.  Que disfrutar de la vida cuando a otros que son cercanos a ti no les gusta hacerlo, es malo, que tienes que quedarte a sufrir, a compadecerte todo el tiempo de la persona que se ha asignado a sí misma el sufrimiento. Por el contrario, la independencia que da tomar decisiones que te acercarán a tu propia satisfacción es invaluable. Tu independencia puede ser apreciada por los demás y ser un ejemplo a seguir. Es fácil llegar a la conclusión de que una decisión te favorecerá, pero no quieres tomarla porque crees que puede ser injusta para otros, aunque en realidad solamente tu serás beneficiado y nadie perjudicado. Debes abandonar la cobardía de no pensar por ti mismo. Cuando se es independiente, se tiene la capacidad de no tener miedo de que las decisiones que se toman no sean acertadas. Se pueden reconocer errores, pero un error que no hay que tener es no tener nada de que sentirse equivocado. Cuando pasa el tiempo, te das cuenta de que muchas decisiones que parecían erróneas, resulta que han sido acertadas.

3. Sentirte culpable frecuentemente.

Que hagas algo y que creas que hiciste mal en hacerlo de manera constante. Que creas que lo malo que le pasó a otro está en el ámbito de tu responsabilidad y que tienes que hacer algo al respecto. ¿Cuál es esa necesidad de que repares compulsivamente lo que no dañaste? En vez de preguntarte qué has hecho mal, puedes pensar en todo aquello que has hecho bien y que te lleva en el día a sentirte un poco mejor. La culpabilidad destruye una buena autoestima. Hay que declararse libre, por más que algunas personas se sientan mal y te quisieran ver fuera de su vida por envidiar tu felicidad. 

4. Evitar lo que sabes que te hace bien. 

Ya sabes lo que puedes hacer hoy para sentirte y estar bien ¿Por qué no lo pones en marcha? Siempre se puede durante el día pensar en hacer algo positivo y ponerlo en marcha. Puedes buscar hoy cualquier cosa nueva que te haga sentir mejor, pues tener nuevas ideas fortalece tu actitud hacia la vida. Hay que dejar de buscar la felicidad en el lugar equivocado. La autodeclaración de inmerecimiento es un tema de autoconcepto erróneo, de no creer que se es capaz o suficientemente bueno para alcanzar un beneficio. Creer en nuestro valor propio y vernos a nosotros mismos como suficientemente buenos para cualquier logro en la vida, allana el camino hacia nuestra abundancia interior y exterior, pero esta creencia se refuerza si no evitamos ponernos en camino de nuestra mejora interior. Entre más te conozcas, más sabrás qué es lo que te es benéfico. 

5. No escuchar consejos.

Nada te cuesta escuchar y razonar los consejos que se te dan. Abandonar un poco la soberbia te puede ayudar a mejorar aspectos de tu vida que tú no visualizas desde tu propia perspectiva. Por eso es importante pedir ayuda. Por ejemplo, hay que hacer caso de las advertencias de la gente que te quiere acerca de tus excesos en placer o trabajo. Sin embargo, no nos podemos volver adictos a los consejos, sino que hay que contrastarlos y saber que la mejor guía es la intuición que surge después de haber escuchado a otros y a nosotros mismos en virtud de nuestra experiencia. También recibimos consejos de nuestra propia intuición. 

6. No hablarte a ti mismo como un amigo querido. 

Quien no se quiere, se mira con desprecio ante el espejo. Podrías verte a ti mismo como alguien que cumple sus metas. Decirte que esta vez llegarás más lejos y estarás orgulloso de lo logrado. Hay que recordar que la felicidad no proviene del exterior, sino de los recursos psíquicos que tienes. Una persona que se quiere a sí misma, puede explorar nuevas posibilidades de disfrutar la existencia. Todos los días puedes dedicarte una frase amable, algo que te haga sentir que tú sí te quieres y que estás dispuesto a mejorar gracias al amor propio. Reflexiona sobre tu bondad y sobre la forma en que ésta influye en la vida de tus seres queridos. Si eres amable contigo, los serás con los demás. 

7. Postergar el autocuidado. 

Ya sabes que tienes que hacerte exámenes médicos que no haces porque conoces la respuesta: no has cuidado debidamente tu salud. No acudir al psicoterapeuta cuando tienes un monto considerable de sufrimiento mental. No tener recursos espirituales para mantener tus virtudes fortalecidas. Muchas fuentes de sufrimiento provienen de no haber atendido a tiempo un padecimiento físico, mental o espiritual. Cuidar la salud es una forma obvia de quererse. De vez en cuando, es muy positivo que en tus reflexiones te hables bien, como alguien que se quiere. Todo lo anterior nos invita a conocernos más para mejorar y una forma de lograrlo es acudir a psicoterapia. 

 

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