Las situaciones a resolver, comúnmente llamadas problemas, muchas veces nos provocan pensamientos recurrentes alrededor de ellas. Es importante tener una vida equilibrada que nos permita dejar pasar lo que invade de manera obsesiva nuestra psique.
Hay en el tren de pensamientos obsesivos, un sufrimiento psíquico constante, pues la rumiación mental y los escrúpulos relacionados, hacen que los pensamientos y actividades para llevar una vida normal se vean seriamente afectados (Laplanche y Pontalis, 1967). Por ello es importante cuando se percibe o se tiene la orientación de que se tienen esta clase de pensamientos, hacerse una serie de cuestionamientos.
1.Hay que cuestionarse la realidad del problema. ¿Es algo que verdaderamente me atañe?
Ese flujo incesante de pensamientos en realidad tiene otro significado, que tiene que ver con la necesidad de controlar o de tener una sensación de alivio contra el sufrimiento psíquico que en el fondo se cree que nunca llegará. Hay que saber que la obsesión dificulta la atención en otros asuntos que son realmente importantes.
2.Hay que preguntarse si es el tema más urgente a resolver y cuál es la prioridad de su importancia.
Existen obsesiones sobre la salud, el cuerpo para “mejorarlo” o dañarlo, el dinero, celos hacia la pareja, estar en peligro o sufrir accidentes y violencia, adquirir poder o perderlo, creencias religiosas, sentimientos de culpa y vergüenza. Y se les considera importantes, pero esto no tiene por qué ser así. Siempre hay que estar revisando las prioridades existenciales.
3.Hay que preguntarse: ¿Cuál es la verdadera naturaleza de mi obsesión?
En muchas ocasiones, la obsesión representa otro problema, tal vez real o un conflicto psíquico que lucha por emerger de nuestro inconsciente, pero que ha sido reprimido. Existe una transición de algo a lo que se tiene miedo en particular, una fobia, a una obsesión. El pensamiento obsesivo es difícil de abandonar aunque se quiera, se convierte en algo rumiante, que se repite y repite.
4.¿Tengo equilibrada mi vida? Es decir, ¿le asigno a todos los aspectos de mi vida un peso equitativo?
Para esto, es importante conocerse como para determinar cuáles son las áreas en las que se desarrolla la existencia:
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- Espiritual. La vida espiritual en la que oración y meditación se realizan de manera cotidiana, permite alejarse del cúmulo de pensamientos obsesivos. Poner en manos de un poder superior a uno mismo el resultado de los empeños diarios, hace que la preocupación sea menor. Cuando se tiene la tendencia a la compulsión, pero hay consciencia de ello, es oportuno cuestionarse acerca de los beneficios que pudiera tener una práctica espiritual, basarse en esta clase de principios (Narcóticos Anónimos, 2001).
- Psicológica. En la que hay una conciencia plena de los conflictos neuróticos y se trabaja internamente en superarlos. Incluso, se puede estar en condiciones de pedir ayuda siempre que se necesite.
- Salud física. En la que hay una actividad física regular, alimentación sana, revisión médica periódica para la prevención de la salud. Si se está seguro del estado de salud, es menos probable tener obsesiones sobre ella o sobre el cuerpo.
- Bienestar.
- Ambiente sano y pacífico
- Finanzas sanas.
- Acceso a buenos servicios.
- Familia feliz y educada. Que dentro de las principales prioridades siempre esté la familia, pero no en una relación de dependencia, sino de interdependencia y de facilitación de logros.
Es importante decir que el pensamiento obsesivo muchas veces tiene que ver con pensar en repetir conductas que conscientemente se sabe que hacen daño. Esto, junto con la actividad compulsiva consecuente, constituye la base de las adicciones.
5.Se tienen obsesiones para evitar las emociones, pues tener secuencias de palabras asociadas evita sentir (Fenichel, 1994). Es bueno identificar cada palabra del pensamiento obsesivo y tratar de conocer su significado más profundo ¿Soy capaz de explicarme lo que estoy sintiendo y pido ayuda para saber más acerca de ello?
De pronto, el pensamiento obsesivo se convierte en algo automático. Por ejemplo, si se tienen rasgos depresivos, cuando ocurre un evento que en apariencia puede ser riesgoso, el sujeto puede desarrollar toda una secuencia de pensamientos catastróficos que pueden durar varios minutos. La culpa de no haber hecho lo suficiente o juzgarse severamente por algún acto puede generar pensamientos constantes alrededor de lo que se “hubiera” hecho mejor. La vergüenza por ser algo que no corresponde a los ideales que se pudieron haber adquirido también invade las ideas sobre la “mejor” forma de ser. Cuando se relaja una conciencia moral severa, las emociones que afectan el pensamiento no pueden producir obsesiones.
6.Hay que abandonar por completo la necesidad de control mediante el pensamiento.
El control de lo que produce ansiedad genera obsesión y da lugar a un gran desgaste físico psíquico que es acompañado de insomnio y somatizaciones diversas. Se llega a tener pensamientos obsesivos de tipo delirante, es decir, se persiste en ideas totalmente alejadas de la realidad, con discursos asociados, que pueden agraviar a los demás. Además, hay una retroalimentación constante de los pensamientos, formando cada vez delirios más complejos. Por ello una buena solución es entrenarse para no seguir pensando en lo mismo cuando se identifica un pensamiento obsesivo. No querer controlar, sino dejar fluir la secuencia de pensamientos.
7.Tomar conciencia de los pensamientos obsesivos y tener un recurso emocional – racional para disolverlos y pasar a la serenidad. Por ejemplo, la oración ayuda mucho.
El pensamiento obsesivo muchas veces está asociado a sentimientos de culpa, pero también puede estar asociado a miedo de perder la integridad corporal o la salud. Estar consciente de la obsesión, mientras se repite una síntesis de ella junto con su pensamiento opuesto, como un mantra, de pronto puede ayudar a que desaparezca.
Romper con las obsesiones implica lanzarse a fracturar un equilibrio neurótico que causa sufrimiento psíquico. El cambio es conscientemente deseado pero inconscientemente temido (Thöma, 1985). Cuando hay conciencia de que se tienen pensamientos obsesivos, es más fácil salir de ellos, si se les cataloga como tales, si se sabe que no vale la pena ocuparse de ellos (O’Brien, 2013).
Bibliografía:
Fenichel. O. (1994). Teoría Psicoanalítica de las Neurosis. México, Paidós.
Laplanche, J. y Pontalis, J. B. (1967). Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona, Paidós, 1996.
Narcóticos Anónimos (2001). Funciona, cómo y por qué. Van Nuys, CA, NAWS. 1997.
O’Brien, L. (2013). Obsessive Thoughts and Inner Voices. Philosophical Issues, 23, 93-108. Retrieved from http://www.jstor.org/stable/26382644
Thöma, H. (1985). Teoría y Práctica del Psicoanálisis. Barcelona, Herder, 1989.