Adicción: 5 Indicadores de Conciencia de Enfermedad

De: Andrés Tovilla Sáenz
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Tomar conciencia es fundamental para la salud mental.

Requiere práctica constante para mantenerla en situación de constancia, de ahí que sea útil la asistencia al grupo de autoayuda, en el que otros pares refuerzan esta capacidad psíquica. La recuperación de la adicción implica que se tenga insight acerca de que se vive con una psicopatología. Este es el inicio del cambio psíquico que se propone en este proceso. Existen ciertos temas a considerar para lograr una mejor toma de conciencia: 

  • La humildad: Conocer la verdad de uno mismo.

“Una actitud de humildad significa una visión realista de nosotros mismos…” reza en el séptimo paso el libro “Funciona, Cómo y Por Qué” de Narcóticos Anónimos (2001: 75). Esta verdad no se adquiere desde un principio, sino que se requiere un momento disruptivo en el que se siente el fracaso o el dolor psíquico de tener una enfermedad incurable, progresiva y mortal y que ha llegado el momento de cambiar. Este debe ser un sentimiento profundo, que implica un convencimiento verdadero. Pero tiene que apreciarse, con esperanza de que se tiene la posibilidad de cambiar para mejorar. Esto es además. Creer que la victoria sobre la enfermedad, paradójicamente, está en admitir la derrota. Es darse cuenta de que ya no se puede seguir como se estaba antes, para que siga el cambio (Narcóticos Anónimos, 2001).

Esto tiene que ver también con el reconocimiento de esa voz interior, esa conciencia moral negativa que le dice al adicto en recuperación que nunca será tan bueno como desearía (Tatarsky, 2002). Mostrarse realmente como se es como resultado de una profunda reflexión en la que el sujeto se Da cuenta de su deseo, el goce que está causado por el síntoma. La Guía de Trabajo de los Pasos de Narcótícos Anónimos, en el primer paso dice que “…tenemos que encontrar la forma de parar esa conducta para que nuestra rendición no se empañe con continuas acciones que la estropean…”. Parar la compulsión ya implica un reconocimiento de que el síntoma es nocivo. 

  • Conciencia de enfermedad y cambio psíquico.

Ya que el cambio es la transición de un opuesto a otro (Coderch, 2001: 89), La conciencia de enfermedad lleva al inicio del cambio psíquico. Ser conscientes de la enfermedad, nos puede hacer tomar conciencia también de la esperanza de cambio o si se quiere “cura”. El proceso de cambio entonces, da inicio con la “derrota” física, mental y espiritual que sufre el adicto ante los embates trágicos de la enfermedad. 

Saber que se es adicto, pero que hay una solución, es un gran alivio. El cambio se inicia dentro de uno mismo, con ayuda de los demás y del “Poder Superior” que cada quien concibe.

Lo primero que hace el grupo es reforzar la abstinencia para luego fortalecer un nuevo estilo de vida y esto implica precisamente su mensaje de recuperación. Presentarse como adicto en las reuniones es un principio muy importante para compartir que se está consciente que se padece adicción. Pero esto va más allá, lleva a la admisión de la impotencia y de que se necesita ayuda. 

Al cambiar, la persona se va dando cuenta de que cada vez tiene mayor influencia positiva en las personas que comparten su vida. Cuando se presenta la aceptación de sí mismo plenamente, Se logra un cambio en la forma en que se percibe a sí mismo, que es acompañada de un profundo sentimiento de esperanza. Poco a poco las resistencias a seguir el trabajo de recuperación van cediendo. 

  • Con la conciencia de enfermedad, se abandona la obsesión.

Hay en el tren de pensamientos obsesivos, un sufrimiento psíquico constante, pues la rumiación mental y los escrúpulos relacionados, hacen que los pensamientos y actividades para llevar una vida normal se vean seriamente afectados (Laplanche y Pontalis, 1967). Por ello es importante cuando se percibe o se tiene la orientación de que se tienen esta clase de pensamientos, hacerse una serie de cuestionamientos.

Una de las autoobsesiones más comunes en el adicto es la que tiene que ver con el resentimiento y la ira hacia sí mismo. “Autorreproches y autodenigraciones”, son signos característicos que propone Freud (1917) para el melancólico. El autoreproche es un pensamiento obsesivo en el que el individuo trata de convencerse constantemente de su poca valía y el rechazo de la pareja lo alimenta. La autodenigración es llevar la necesidad de sufrir al acto. Hay actos autolesivos de todo tipo, desde las lesiones autoinflingidas hasta el sometimiento a una relación destructiva, llegando hasta el suicidio o las conductas que ponen en total riesgo la integridad y la vida. En muchas ocasiones no hay premeditación, sino que se obedece a mandatos inconscientes.

  • La pulsión de muerte y el masoquismo moral.

Karl Menninger, en su obra “El Hombre contra sí mismo”, después de hacer un recorrido por la operación inconsciente de la pulsión de muerte para justificar la autodestructividad humana, habla de que: “El reconocimiento de la autodestructividad tiene como objetivo combatir tal autodestrucción y estimular a los instintos de vida en contra de aquélla (Menninger, 1936: 365)”. Es difícil que alguien reconozca sus propios impulsos autodestructivos así nada más, sin ninguna prueba, sin cierta demostración a partir del reconocimiento de la propia historia de que en muchas ocasiones ha habido autosabotaje, por ejemplo, cuando se tenía una gran oportunidad existencial.

Un tema fundamental en la tendencia a la autodestrucción en el adicto es lo que hace con sentirse rechazado, que puede conectar al sujeto que así lo percibe con los rechazos tempranos, tal vez involuntarios por parte de quien lo cuidaba en la infancia. 

Existe el fundamento patológico que proporciona la teoría del masoquismo moral (Freud, 1924). La persona rechazada, puede sufrir y gozar el rechazo, éste último le produce cierta ganancia que apoya decisiones que le confirman algo que cree que siempre ha ocurrido: que no es digno de ser querido. 

Existe además el deseo de castigo inconsciente. Ese que se busca para pagar culpas pasadas, incluso aunque no haya habido responsabilidad. Sentirse rechazado puede activar dichas percepciones negativas de sí mismo contra las que se lucha de aluna manera poco adaptativa.  Desde la perspectiva masculina, machista, adherida a una cultura patriarcal, el rechazo al dominio fálico por parte de una mujer que ya no está dispuesta a someterse masoquistamente, puede causar depresión y la lucha maníaca contra ella puede provocar el surgimiento de violencia.

Darse cuenta del masoquismo moral implícito en la patología adictiva, como un intento de mantener un equilibrio entre los instintos libidinal y agresivos (Waelder, 1937 citado por Socarides, 1958), es algo que puede explicar a la conciencia de enfermedad adictiva. La pregunta que se hace el adicto en recuperación es ¿Cómo he hecho para conciliar amor y agresión a través de mi uso compulsivo de drogas?

Al adicto a las drogas en recuperación, de manera frecuente se le pueden atravesar las llamadas “adicciones suaves” (Wright, 2005). En muchas ocasiones, quien está mejorando, suele tener retrocesos sin una explicación. Puesto que a la par de la conciencia de enfermedad debe estar la certeza de mejoría, creer en que se está participando en una solución con el propio esfuerzo, que incluso produce resultados positivos a los demás, ayuda mucho en el proceso. 

  • La conciencia de enfermedad produce amor propio. 

El proceso de recuperación implica dejar atrás viejos hábitos, es el trabajo cotidiano de dar un paso hacia la Humanidad y Espiritualidad y dejar un paso atrás a la Bestialidad. Esas “continuas acciones que estropean la recuperación”, tienen que ver con la predominancia de la pulsión tanática sobre la libidinal. Es una situación en la que el mal no puede ser vencido por el bien. Debe reconocerse que en efecto, se está haciendo algo dañino contra sí mismo y contra los demás. La conciencia es responsabilidad hacia uno mismo, pero también hacia los vínculos. Se tiene conciencia de enfermedad para la salud. 

En un acto de amor a sí mismo, no patológico, el adicto en recuperación se reconoce de forma honesta como alguien capaz de enfrentar con valor su situación. Justamente, del narcisismo primario, es que nace la capacidad de autocuidado. Es el desarrollo del instinto de sobrevivencia y de estar en constante contacto con la realidad de la  enfermedad de la adicción, sin mentirse sobre todo a sí mismo. Cuando se tiene amor propio se puede creer que habrá una vida diferente a la tragedia de ser adicto en actividad, que si se hace el debido esfuerzo, habrá un cambio verdadero.   

De no sentirse amado, vacío, una persona en recuperación puede pasar a tener, en principio un amor por sí mismo. La honestidad puede ser una muestra de la integridad personal que se va adquiriendo, ya no es tan fácil transigir con el síntoma y en consecuencia también hay una conciencia de mejora constante, que va acompañada de una sensación de orgullo personal. 

Referencias 
Coderch, J. (2001). La Relación Paciente – Terapeuta. Barcelona, Paidós. 
Freud, S. (1917). Duelo y Melancolía. Obras Completas. Tomo XIV. Buenos Aires. Amorrortu Editores. 1993
Menninger, K (1936). El Hombre contra sí Mismo.
Narcóticos Anónimos (2001). Funciona, Cómo y Por Qué., Van Nuys CA, NAWS.
Narcóticos Anónimos (2000). Guía para Trabajar los Pasos de Narcóticos Anónimos. Van Nuys, CA. NAWS. 
Socarides, Ch. (1937). The Function of Moral Masochism: With Special Reference to the Defence Processes. International Journal of Psychoanalysis, 39: 587 – 597. 
Tatarsky, A. (2002). Harm Reduction Psychotherapy. A New Treatment for Drug and Alcohol Problems. New York, Aronson. 
Wright, J. (2005). The Soft Addiction Solution: Break Free of the Seemingly Harmless Habits
That Keep you form the Life You Want. New York, Penguin. 

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