La creatividad que me ocupa aquí es universal.
Pertenece a estar vivo.
Donald Winnicott (1971)
Desarrollar ideas nuevas u originales, o generar creaciones útiles, es uno de los más importantes rasgos cognitivos del ser humano. Cuando se asocian inteligencia y creatividad, hay éxito. Una psicoterapia que apuntale y desarrolle la creatividad, siempre será exitosa.
Es otro de los constructos que el autor estudia con respecto a la fenomenología de la recuperación de las adicciones (Tovilla, 2022). La “inteligencia creativa” (Sternberg, 2006) es necesaria para el desarrollo humano. Es la capacidad de pensar de modo innovador y producir respuestas originales, soluciones que incluso dan lugar a nuevas situaciones a resolver. No se trata de encontrar nuevas formas de escapar de la realidad, sino de reconstruir la propia y tener nuevas perspectivas.
Fundado en el principio del placer o más bien en el deseo de encontrar la felicidad y alejarse del sufrimiento, el proceso de recuperación se pone en marcha y necesita de una clase especial de pensamiento para alimentarse. “La recuperación es un proceso de crecimiento y cambio que renueva nuestra vida. Los Doce Pasos son el mapa de ruta, las instrucciones específicas que seguimos para continuar en recuperación (Narcóticos Anónimos, 1995: 317)”.
No es necesariamente un don; sino un estado mental que cualquiera puede cultivar (D’Christina, 2008). No existe algo particularmente especial en el origen del pensamiento creativo, porque es una potencialidad humana que envuelve procesos cognitivos comunes como la retención de memoria, la analogía o la visualización, las cuales operan en estructuras normales del conocimiento. Es obvio que estos rasgos se ven limitados por las compulsiones adictivas.
Es una experiencia cognitivo-emocional accesible a todas las personas. Es cognitiva porque se trata de innovar y desarrollar ideas y se produce a través de procesos mentales especializados. Es emocional porque las emociones son integrales y permean en el proceso creativo (Gnezda, 2011). Existe una secuencia de sentimientos que tienden a ocurrir y pueden ser identificados a medida que el proceso creativo evoluciona. Cuando existe la inhabilidad de procesar adecuadamente las emociones e identificarlas como sentimientos, como es en el caso de la adicción activa, la creatividad se bloquea.
Para una definición con enfoque filosófico, Mena (2021: 121) menciona a Tatarkiewicz para concebir a la creatividad:
…señala en su ensayo tres interpretaciones representativas de las distintas épocas, la creatividad: a) como divina, b) como humana y, c) exclusiva de los artistas (incluye los poetas); considera ésta última como eslabón (transición) entre la primera y la segunda”.
La educación tradicional no estimula esta clase de inteligencia, pues se aprecia en mayor medida las habilidades analíticas y la buena memoria. La medición de la inteligencia subvalora el aspecto creativo y personas que resultan con alto coeficiente intelectual no necesariamente son grandes creadoras (Andreasen, 2005). Si bien hay quien accede a la creatividad más fácilmente que otros, se puede construir el talento con una sucesión de acciones creativas. Así pues, cualquiera, en condiciones normales, es capaz de cultivar pensamiento creativo (Sifonis, 2002).
“Para que tenga lugar la creatividad, algo que se halla en nuestro interior debe cobrar vida en algo externo a nosotros (Goleman, 1992:13)”. Si bien es una relación con objetos externos, también tiene que ver con la nueva significación y organización que se dé a los objetos psíquicos. Puede concebirse a la creatividad como un proceso psíquico, pero también así se le denomina al producto de él. Hay distinción entre los componentes creativos de generatividad (inspiración) y consolidación (edición, pulido y comunicación) de la producción creativa (Schuldberg, 2001), que recuerda a la distinción “inspiración versus transpiración” atribuida a Thomas Edison.
Dado que la tendencia a pensar del ser humano es inherentemente conservadora debido a su disposición neurológica (Cozolino y Davis en Solomon y Siegel, 2017), la medida del cambio está precisamente en la elección creativa que se toma para cambiar. Esto se relaciona con una habilidad social para formar hábitos que produzcan mayores recompensas con menores riesgos.
Ser creativo está asociado a las experiencias de juego con los objetos transicionales de la niñez. El acto creativo está influenciado por la relación con el objeto originario. En tratamiento, el sujeto vive una regresión adaptativa, en la que resignifica ese vínculo. Para Winnicott (1971: 65), quien se enfoca en la creatividad como una aproximación del individuo a la realidad externa, “… es la percepción creativa más que cualquier otra cosa lo que hace que el individuo sienta que vale la pena vivir la vida”. Esto va mucho más allá de una capacidad adaptativa.
De acuerdo con Roussillon (2015), Winnicott no cree que lo que desarrolla en el campo de la creatividad sea similar a lo que Freud llama el proceso de sublimación del impulso y que el proceso involucrado en el impulso creativo no es una actividad de movimientos pulsionales y sexuales.
De Bono (1992) propone entre otras como fuentes de la creatividad a la inocencia, la experiencia y la motivación, el estilo, y su propuesta, que es el pensamiento lateral. A la inocencia puede atribuírsele la predominancia del pensamiento de proceso primario, la experiencia puede ser generadora de la intuición creativa, la motivación tiene que ver con el responder a una motivación para generar soluciones e innovaciones, el estilo creativo está arraigado en las particularidades del carácter. El pensamiento lateral implica “salir de la caja”, tratar de ver los problemas desde diferentes perspectivas, incluso aleatorias.
Las drogas producen un estado maníaco, en el cual puede darse una expansión de la capacidad creativa. La “exuberancia” como una condición psíquica creativa, que Kay Redfield Jamison (2004) relaciona con mecanismos maníacos, es una clase de exceso libidinal, pasión por la vida, una virtud excéntrica. Ahora bien, la libido extrema no sublimada llega a tocar y “enredarse” con la energía tanática produce compulsiones lesivas, mortales.
La “hipersublimidad” que la droga en apariencia apoya, ha sido un hito en la historia del arte (Knafo, 2008). El artista que usa drogas por lo regular defiende este hábito al aducir que ello incrementa su afán creador. Baudelaire de manera apologética decía que:
Si el vino desapareciera de la producción humana, creo que en la salud y en el intelecto del planeta se abriría un vacío, una ausencia una carencia mucho más espantosos que todos los excesos y desviaciones de los que se hace responsable al vino…en la embriaguez se da la hipersublimidad… (Baudelaire, 1851: 23 – 24 ).
La creatividad tiene que ver con la receptividad y es una habilidad para desarrollarse en los procesos de crecimiento personal. Este desarrollo se desbloquea cuando ya no hay ataduras adictivas.
La adicción tiene que ver con la reacción neurobiológica que produce la ingesta frecuente de una sustancia que altera el estado de percepción o ánimo debido a la producción de neurotransmisores que generan placer. Andreasen (2005), afirma que existe correlación entre la actividad cerebral específica asociada con el esfuerzo creativo y la que producen estados de estimulación neurotóxica. El sujeto que se intoxica también busca experiencias que invocan intencionalmente la despersonalización e incluso puede encontrar tales experiencias liberadoras, así como extrañas o aterradoras (Knafo, 2008).
Muchas personas caen en la trampa de las drogas, sobre todo las estimulantes con la falsa idea de estimular su creatividad o mejorar concentración y percepción. Algunos creadores utilizan sustancias con este fin; ya sea alucinógenas o estimulantes, incluso el alcohol, pero cuando se es adicto se llega al punto en el que la compulsión se vuelve contra uno mismo y, todo se vuelve destructivo. El artista se aísla y gratifica en su obra, huye del ambiente distractor que le rodea habitualmente mediante una “fuga geográfica” o los estados alterados de conciencia, principiando con la estimulación creativa, pero si lo domina la adicción acabará autodestruyéndose.
El artista depresivo quiere salir de su noche oscura. En el análisis del discurso de las distorsiones cognitivas reflejadas en sus escritos se ha encontrado que los autores literarios deprimidos tienden a más afecciones del pensamiento que quienes no lo están (Thomas y Duke, 2007). Crear produce mejoras en la salud mental; es decir, la producción artística y su contemplación por parte del artista ocasionan estados mentales de satisfacción que contrarrestan los pensamientos negativos. Ser creativo sin sufrir adicciones u otra clase de psicopatología es lo deseable, incluso el creador que ya ha recurrido a sustancias psicoactivas para “sostener” su nivel creativo debe tender a sublimar este síntoma.
A través del proceso de recuperación de la adicción (PRA), se da gradualmente la eliminación de las restricciones al yo que ha producido el pensamiento adictivo. El papel de los bloqueos en la creatividad se ha considerado paradójico: los mismos frenos que a menudo parecen impedir la creatividad en realidad a menudo la facilitan (Tromp y Sternberg, 2022); al enfrentarlas puede surgir la chispa que detone un nuevo proceso existencial.
Salir de la drogadicción es una victoria creativa que ocurre, paradójicamente, en una mente sometida al embotamiento o a la euforia tóxicos. Recuperarse de la adicción es tener una nueva perspectiva del proceso creativo, algo conectado con la verdad del sujeto y no con los recursos externos alucinatorios o maníacos. El estado de intoxicación pone en pausa a la creatividad. Pudiera concebirse a la rehabilitación de los adictos como el producto de la constancia creativa. Alguien que deja las drogas siempre está dispuesto a aprender nuevas cosas a partir de nuevas ideas que surgen.
Más allá de los dilemas morales o espirituales a los que se puede enfrentar un adicto en recuperación para no recaer, está la necesidad creativa para lograr un sitio en la sociedad que le ha rechazado. Se necesita creatividad para insertarse socialmente como persona en proceso de recuperación de una grave psicopatología. En este sentido, que el sujeto retome sus estudios puede ser una buena alternativa. Una vez ocurrido el inicio de la rehabilitación es necesario participar en un mercado de trabajo dinámico como es el de esta época.
Obtener de nuevo la libertad de pensar y hacer, eso es en síntesis la recuperación del espíritu creativo. Implica volver a tener conciencia de que se están obtener logros existenciales. Jugar a plenitud a través de la experimentación artística, va a promover la salida de situaciones obseso – compulsivas. La exploración artística conduce a una reestructuración del carácter.
Un indicador importante en la recuperación de las adicciones es la capacidad creativa que se desarrolla en el sujeto y que le permite no perder de vista el nuevo estilo de vida que ha elegido (Denizet – Lewis, 2009). La conciencia de enfermedad puede producir cierto nivel de creatividad. El saberse en un proceso de liberación de las ataduras de la adicción. Aceptar la locura y con ello la creatividad que contiene será útil para vivir. En el proceso se enfrenta al miedo, pues éste surge cuando se emprenden nuevas vivencias.
Ya que los productos de la creatividad son emocionantes, esto conduce a un sentimiento realista y no alucinatorio de los logros, que llevan a su vez a hacerse consciente de la resiliencia. Ser creativo es encontrar significados y hacerlo implica conocerse. Esto permite interesarse en el proceso que ha producido la creatividad (Bollas en Fromm, 1988), aunque ésta ha surgido desde el proceso primario de pensamiento.
La creatividad se define típicamente como el conjunto de comportamientos o pensamientos que son novedosos y originales y que producen adaptación o utilidad (Feist, 1998). El adicto en recuperación ansía tener una vida emocionalmente equilibrada, que pasa por la espiritualidad y la creatividad que implica la recuperación de un cierto grado de salud mental. Hay que llegar a creer que la recuperación del sano juicio implica detonar la creatividad. Porque llegar a creer produce claridad y esto genera nuevas ideas.
En la recuperación de las adicciones hay que desarrollar un sentido de sí mismo y una visión del futuro. Para eso se necesita la creatividad. Desde el primer momento se empieza a ir más allá de la rutina, se deja de drogarse para vivir y vivir para drogarse. En el proceso de recuperación, se encuentra una nueva forma de vivir, una vez que se ha superado la compulsión. Al ser un derivado pulsional de la libido, la pulsión de muerte se ve confrontada por la creatividad y a su vez, ésta promueve la individuación del sujeto.
Uno de los logros creativos de la recuperación de adicciones es que el sujeto llega a creer en que puede salir de las graves manifestaciones patológicas que posee mediante un poder superior, que en principio está significado por el proceso de recuperación que ha elegido. Esta es la esencia del espíritu creativo: se puede pasar de un estado de bloqueo total de pensamiento en el que se vive para consumir drogas y solamente se piensa en la forma de conseguirlas, a un estado de pensamiento totalmente pleno y diverso. Se puede llegar a experimentar muchas situaciones que nunca se esperaron y que surgen como consecuencia de un proceso de recuperación acompañado de una creciente inteligencia creativa.
La terapia artística es útil en el tratamiento de las adicciones. El proceso creativo acompaña a una recreación de cuerpo, mente y espíritu. Crear para el adicto en recuperación, es retomar la “gobernabilidad”, que se posibilita al acceder a una nueva estructura de carácter. Además, la creatividad sirve para no recaer y hacer crecer la resiliencia. Visualizar una nueva etapa de vida, aunque se perciba estar en un impasse es un resultado de que ha habido otros momentos en que la creatividad ha resurgido para ayudar.
Conocerse es un esfuerzo creativo. Ello requiere involucrarse en un proceso psicoterapéutico. El autoconocimiento da espacio a la creatividad, pues cuando se busca dentro de sí mismo, se encuentran habilidades perdidas, olvidadas o no exploradas. Con la creatividad se renuncia al goce. Se produce un nuevo significado. Construir imágenes interiores de manera paulatina al tomar como inspiración. No importa si la adicción es un padecimiento secundario o primario, lo que interesa es de qué índole es la recuperación. Darse cuenta de que hay un modelo y tiempo propio para ella es un reto para la creatividad del sujeto.
“Algo que hemos aprendido es que la creatividad no es sólo un juego mental. Las relaciones entre pensamiento y sentimientos, entre mente y cuerpo, son de importancia crítica para liberar la creatividad (Goleman, 1992: 42)”. La conversión de emociones en sentimientos lleva a esa liberación.
La autodenominación como adicto al presentarse en la reunión, no es algo simple. Y cuando se pasa a concebirse como adicto en recuperación, hay algo creativo en ello; pareciera que esta es la demostración de que ya se está elaborando, puesto que se internaliza que se está participando en un proceso.
La invitación a estar limpio sin importar lo que se tenga que hacer, tiene implícita una motivación creativa. En unidad, conjunto de adictos en recuperación al usar su creatividad, están formando una nueva cultura, relacionada con la salud mental. La identificación resultante produce impulsos creativos y el principio de la receptividad se hace eficaz.
Una parte de la creatividad del adicto en recuperación se encuentra depositada en el servicio, que consiste, según el Duodécimo Paso en “llevar el mensaje al adicto que aún sufre”. Esta actividad es el resultado de un ingenio colectivo de varias décadas y que sigue desarrollándose. Como dicen los Doce Conceptos de Servicio de Narcóticos Anónimos (2002: 17): “… que cada organismo de servicio anime a todos sus miembros a participar en el proceso de toma de decisiones”. Esto implica que la creatividad que se produce en la recuperación de acuerdo con AA y NA se desarrolla colectivamente en beneficio de cada individuo.
El espíritu creativo se desarrollará a pesar de la intoxicación que produce el ambiente social y surge de la inmensa variedad de relaciones interpersonales (Corradi, 2013), al ser inspirado por un grupo de pares que comparten su experiencia con ideas que han aplicado para mejorar su diario vivir. En la recuperación, se puede elegir otro camino y esto muchas veces tiene que ver con el cambio de actividad laboral o profesional.
Con respecto a la capacidad compensatoria de la creatividad en la psicopatología, Winnicot hace referencia general a la creatividad, no dejar que la palabra se pierda en la creación exitosa o aclamada, sino mantenerla en el significado que se refiere a una coloración de toda la actitud hacia la realidad externa. (1971: 66- 67) decía que:
Las personas pueden llevar vidas satisfactorias y hacer un trabajo que es incluso de valor excepcional y, sin embargo, pueden ser esquizoides o esquizofrénicos. Pueden estar enfermos en un sentido psiquiátrico debido a una prueba de la realidad débil. Para equilibrar esto, uno tendría que afirmar que hay otros que están tan firmemente anclados en la realidad percibida objetivamente que están enfermos en la dirección opuesta de estar fuera de contacto con el mundo subjetivo y con el enfoque creativo de los hechos”.
El cambio de sentido del humor en el adicto en recuperación, que de pronto se ríe de “tragedias” relatadas por otras personas en los grupos, quienes no se ofenden y continúan con la guasa, es un ejemplo notable de que hay algo nuevo en los pensamientos. La creatividad es una de las cosas que impiden que la patología se nutra y ayuda a confrontar sentimientos negativos. Si se está en un proceso creativo, no se producen compulsiones. Por ejemplo, ser coleccionista, escribir, pintar, conocer nuevos lugares, nuevos estudios; son actividades creativas que muchos adictos en rehabilitación relatan que han tomado o reiniciado gracias al PRA. Ser creativo es vivir en el aquí y el ahora con mayor intensidad. La sensación subjetiva de vacío se llena con nuevos conocimientos y destrezas.
En la investigación en desarrollo, la autodefinición inicial en la entrevista semiestructurada y analizada da cuenta de la creatividad que se ha impulsado a lo largo del PRA, aquí unos ejemplos:
- “Escritor dedicado a desarrollar su vocación. Supervisor de compañía de limpieza. Mi personalidad irreverente y crítica. Soy observador del comportamiento humano, propio y del otro. Ir siempre contra la corriente”.
- “Soy una persona que conoce mejor sus cualidades, habilidades y limitantes. Empatía, hacer manualidades. Las combino para ser más completa. Sé usar mis cualidades”.
- “Mi vida ha cambiado, tengo una profesión, maestría, doctorado. Sueños que se han cumplido. Soy feliz”.
El programa de doce pasos, a través de su literatura y la convivencia con los demás miembros pone a la disposición de la persona en recuperación mucha información útil, que favorecerá su creatividad, primero que nada, para saber qué recursos utilizar para prevenirse de una recaída. “Mientras más información tengamos, mejor será nuestro pensamiento creativo (De Bono, 1992: 63)”. Leer la literatura de la confraternidad y asistir a juntas permite recabar información y tomar mejores decisiones.