Pareja: Ahora nos conocemos por un algoritmo cibernético

De: Andrés Tovilla Sáenz
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La red social de internet ya es parte común de las interacciones sociales y funciona para conocer, informar y desinformar. También para difamar y engañar. Ahora hacemos relaciones de pareja duraderas o efímeras gracias a los algoritmos de internet. 

    En las “estructuras elementales de la violencia (Segato, 2003)”, el llamado pacto patriarcal con una serie de mandatos establece modalidades para iniciar relaciones de pareja, incluso con violencia. Por ejemplo, la mujer no está “autorizada” a iniciar un flirteo, sino que es necesario que el hombre lo inicie de manera directa. En esto, claro está las personalidades introvertidas llevan desventaja, por eso ayuda la existencia de las redes sociales de internet. 

    En un viaje al extranjero se puede conocer a alguien de otro país. Tinder, Match, Badoo, Bumble y otras redes lo facilitan. Van contra el convencionalismo y el tabú, Incluso esto ha facilitado la “salida del closet” de la comunidad LGBTTTIQ. Pero esta apertura implica entrar a un juego cibernético en el que los datos personales son utilizados con fines ajenos al del usuario, quien además está pagando por ello, como son los comerciales, políticos e incluso criminales. El usuario, en la sensación subjetiva de vacío en la que se encuentra, ni siquiera es capaz de leer con atención el acuerdo obligatorio que a manera de contrato se le presenta; simplemente da click en la casilla correspondiente, ante la urgencia de conocer a alguien. Y así, de manera involuntaria, se mantiene sometido a la estructura de violencia. 

Relaciones y redes sociales

    La propuesta de “aldea global” de Marshal McLuhan (1964) se ha hecho realidad con creces. El medio es el mensaje en las redes cuando las personas se dan cuenta de que pueden, en apariencia resolver su problema de soledad afirmando que se encuentran disponibles con el simple hecho de “colgar” un perfil en alguna aplicación. Tanto que ya hasta podría empezarse a hablar de un “inconsciente colectivo” propio de las redes sociales de internet. Ya en 1967, el mismo Macluhan em “El Medio es el Masaje” decía:

    “Los dispositivos eléctricos de información para una vigilancia universal, tiránica de la cuna a la tumba, están originando un verdadero dilema entre nuestra búsqueda de privacidad y la necesidad de enterarse que tiene la comunidad (Mcluhan, 1967/1969: 12)”

    Es decir, algo está haciendo este medio en las mentes de sus consumidores al otorgarles una nueva forma de relacionarse y ofrecerles un asidero para no sentirse solos; pareciera que les da a creer, más no de manera veraz, que mientras su nombre esté en la red, son vistos y escuchados, y a la vez le da al Estado y a quienes controlan los medios el acceso a toda la información del sujeto y la manera de introducir un aparato de influencia psíquico. Esto implica una gran transformación en la comunicación humana. “Poco a poco y desde los ambientes más animados del ciberutopismo se acerca la idea de que el software pueda ir dominando varios ámbitos de nuestra vida (Botto, 2018: 52).

En los jóvenes de la actualidad, la actividad de redes sociales de internet y las relaciones románticas tienden a ser fenómenos indisolubles (Kewalramani y Hazra, 2018).

    El simple hecho de estar presente en la red social, permite al sujeto sentirse acompañado, menos solitario.  Pero tener esa sensación de aparente compañía virtual no ha logrado que siga creciente la depresión psíquica como uno de los grandes males globales. Las intersubjetividades que propone el algoritmo contienen información alojada en el inconsciente de las personas que participan, que se proyecta en el discurso y las imágenes que se intercambian.

    Al someterse a una red de internet para encontrar pareja, de nuevo el sujeto se convierte en un súbdito, que acata una nueva forma de encontrar vínculo, ahora en la forma de un poder algorítmico que tiende a lubricar el funcionamiento de la red con fines propiciamente políticos y financieros para quienes la instalan y operan. Para entender la “política y el poder” de los algoritmos en la vida cotidiana, Bucher (2018) combina estudios de ciencia y tecnología (STS) con la noción de poder de Foucault, para destacar tres dimensiones:

  • El diagrama de poder algorítmico para permitir la invisibilidad o visibilidad, 
  • Los imaginarios algorítmicos en la obtención de efectos y acciones, y 
  • El periodismo y la generación de opinión pública impulsado algorítmicamente.

    La sensación de soledad es muy perniciosa en las personalidades adictivas. Si a ello se le une la participación compulsiva en las redes sociales, el adicto se hace presa del ente algorítmico que las domina y que le ofrecerá constantemente paliativos para su condición subjetiva.

Una de las preguntas de la autoevaluación de Adictos al Sexo Anónimos es la siguiente: ¿Tus deseos te han llevado a tener relaciones sexuales en lugares o con personas que normalmente no escogerías? Y entonces cabe la cuestión de si este deseo se plasma en las redes sociales, de pronto se encontrará con opciones que la misma internet le irá generando. Ocurre incluso, que de manera perversa, la red le ofrece a pubertos curiosos una dinámica progresiva de elecciones para el desarrollo de precocidad sexual. 

    Las ocupaciones actuales de los miembros de una pareja pueden implicar un crecimiento en las situaciones estresantes, que conduzcan a un desgaste emocional extremos. Trabajo y vida en pareja son los principales, además, esto puede diferenciarse según el género. Pines y colaboradores (2011) encontraron diferencias significativas entre el desgaste emocional que produce el trabajo y el que genera una relación de trabajo, además que hay mayor tendencia a que esto ocurra en las mujeres. 

    Conocer a otro es escucharlo y observarlo. Incluso olerlo. Se sacan deducciones e inferencias sobre su vida pasada, se asocia a la persona, transferencialmente con las emociones que nos han producido personas del pasado. No es sencillo comenzar a conformar un nuevo vínculo.

Referencias
Botto, M. (2018). Actualidad de Deleuze: Control del deseo y transhumanismo en las redes sociales. In Echandía C., Vommaro P., & Ugarriza X. (Eds.), Indocilidad reflexiva: El pensamiento crítico como forma de creación y resistencia (pp. 51-60). Argentina: CLACSO. doi:10.2307/j.ctvn5tzs8.7
Bucher, T. (2018). If . . . Then: Algorithmic Power and Politics, Oxford, UK: Oxford University Press, 2018,
Kewalramani, S y Hazra, S. (2018). Social Networking and Romantic Relationship on Young Adults. International Journal of Social Sciences. 2018 6(3) 349 – 354.
McLuhan, M. (1964). Comprender los medios de comunicación: las extensiones del ser humano. Buenos Aires, Paidós, 1996.
McLuhan, M. (1967). El Medio es el Masaje. Buenos Aires, Paidós, 1969.
Pines, A., Neal, M., Hammer, L., & Icekson, T. (2011). Job Burnout and Couple Burnout in Dual-earner Couples in the Sandwiched Generation. Social Psychology Quarterly, 74(4), 361-386. Retrieved April 14, 2021, from http://www.jstor.org/stable/23120520
Segato, Rita Laura Las estructuras elementales de la violencia – 1a ed. – Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2003.

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